Aceptación (ACT)
Comprender que la evitación experiencial es una indisposición a permanecer en contacto con las vivencias internas, facilita la introducción al proceso central de ACT denominado aceptación, la cual es considerada como una alternativa a la evitación experiencial y se define como una postura abierta, receptiva, flexible y sin juicios respecto a la experiencia que tiene lugar aquí y ahora, tanto en el mundo interno como en el entorno.
Para profundizar en esta definición, podemos recurrir a sus partes. En primer lugar, se habla de apertura porque se concibe la aceptación como un recibir o tomar lo que se nos ofrece, tiene un carácter flexible ya que los fenómenos que se perciben y se observan están listos para formar parte de la conducta si tiene sentido que así sea; se hace énfasis en que es una acción sin juicios, ya que no se trata de controlar el proceso mediante reglas o instrucciones, ni aplicarlo con el objetivo de resolver de un problema, sino que se recibe la experiencia tal y como se presenta; y por último, la aceptación es un proceso de desarrollo voluntario que no permanece constante, sino que se trata de una decisión activa y continua que se renueva momento a momento.
Un elemento importante que apoya la aceptación de manera imprescindible consiste en la disposición. Ésta se define como una elección voluntaria de permitir o mantener el contacto con las vivencias internas o los eventos que puedan originarlas, y esto se realiza con un sentido de orientación hacia las cosas que la persona considera valiosas. Una aclaración importante es el hecho de que disposición no significa lo mismo que querer, sino más bien una actitud de encaminarse hacia las acciones significativas, a pesar de los obstáculos que puedan surgir. Por otra parte, disposición es inherentemente una cuestión de todo o nada, es lo que nos permite colocarnos frente a una vivencia no deseable, y la aceptación es lo que elegimos hacer con esa vivencia –o en su defecto, le huimos o la evitamos–.
En este punto resulta pertinente hacer unas distinciones que previenen de malinterpretar la aceptación con otras nociones poco saludables. La aceptación no refiere a una actitud de resignación, derrota o fracaso personal, precisamente porque uno de los objetivos fundamentales de ACT es alejarse de la lucha que aprendimos a sostener con nuestras vivencias personales, y al contrario, dar un paso atrás, observar las vivencias y permitirles estar; esto no es un asunto de resignación, sino un cambio en la forma en que nos relacionamos con nuestro mundo interno. Asimismo, tampoco se debe confundir con tolerancia, la cual implica que se sostiene algún tipo de incomodidad al servicio de un resultado que vale la pena el sufrimiento. No se trata de revolcarse con las vivencias internas ni caer en un ensimismamiento por un enfoque excesivo en todo lo que pasa internamente. La aceptación no es un fin en sí mismo, sino una elección que incorporamos momento a momento en nuestro camino hacia una vida valorada. Por esto es que resulta tan importante que la vida de cada persona se encuentre permeada por sentidos vitales significativos, que orienten hacia las cosas que se valoran profundamente, lo cual implica que las personas sientan, piensen, experimenten o recuerden cuanto surja de este proceso al vivirlo momento a momento.